"la boca que era mía ¿de qué boca será?, el roto de tu ombligo ya no me da la espalda, cuando pierdo contigo las ganas de ganar*
Era predecible, incluso antes de acostarme sabía que iba a amanecer con una llaga en la comisura, que me iba a quedar dormida, que no me iba a levantar para afrontar un día más (o un día menos, según como se mire); sabía que mi inconsciente iba a negarse a dejar de funcionar, acobardado entre tanto caos.
Con mucho mal humor emprendí el día, desayuno mediante salí a la calle, el día no se ponía mejor… de almuerzo tenía ensalada y fideos recalentados del fin de semana.
En el camino me quedé pensando en esa sobredosis de honestidad bruta, en ese shock que hizo que las cosas sean aún más claras, que no pueda negarlas más. Todavía me pregunto por qué lo hizo, por qué tanta honestidad de golpe: si fue por lástima, por hacer la buena acción del día, porque estaba borracha de sueño o porque en el fondo me está empezando a apreciar.
Vuelvo con el tapper vacío, casi arrastrándome, pensando en cómo desarmar este juego, sólo se me ocurre flotar y que la corriente me lleve, simplemente dejar de nadar (o de ahogarme)
*con dos camas vacías, Joaquín Sabina
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