.... cocino yo. Los sabores eran muchos, limón, jengibre, naranja y menta. El sol no dejaba ver más allá del verde que da a tu balcón. Desayuno en el piso y pienso que es una linda manera de empezar un día. Me mostras un cuaderno con anotaciones que parece que te ayudan a tener un registro, de todo lo que te pasa, para ser conciente y no dejarte confundir. También me mostras que otra forma de vida es posible en esta ciudad ajetreada, sos un representante de la vida slow.
Me escapo todo el tiempo de vos y de tu profundidad. Decís que en lugar de desear hay que hacer, me empujas a la acción y podemos hablar dos horas sin tocarnos. Me fui liviana, pensando en que no tengo que buscar modelos de vida afuera, sino construir el propio.
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