Nos movemos y ya no siento el frío.
Me gusta que me agarres y caminemos por el medio de florida,
sin prestarle demasiada atención a la gente que pasa y empuja,
a los vendedores ambulantes, a la cantidad de ofertas y consumismo.
Caminamos despacio, y es que ya no quiero correr
ni con vos ni con nadie más, ya me cansé de rasguñar, de mendigar amor por ahí
y sólo quiero relajarme y sentirme flotar.
Nos amotinamos en la puerta del subte y aunque hace mucho frío el instinto de ir hacia el calor sofocante no está hoy en mí,
y es que me gusta la armonía que supimos construir.
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