para maggie
Cuando pasás un sábado lluvioso por blockbuster y ves a las parejitas eligiendo la película -que no van a ver-;
cuando esperas a ese alguien en la terminal- ese alguien que se ofrece a llevarte la valija-
terminas comprando alfajores para la familia- y no los que le gustaban a él.
Todos los hombres que te hablan en una fiesta te parecen unos idiotas, y es que ya no lo tenes esperándote para desayunar.
No tenes ese mensaje de aliento antes de entrar a rendir un final, ni tampoco existe ese -¿cómo te fue en la entrevista?; a nadie en particular le interesa tus problemas de trabajo, ni tus conflictos familiares. Sos vos y tu alma-aunque este rodeada de cariño-, pero no de esa clase de amor particular.
Como todo tiene su costado positivo: no dar explicaciones, no sentir celos, no tener
que repartirse el tiempo.
Es muy sano saber estar solo para no caer en la desesperación ni en la dependencia, es necesario ese vacío para saber elegir y no conformarse con lo primero que el azar pone delante nuestro.
Como dice mi amiga maggie, tenes que vivir varias frustraciones para descubrir realmente lo que querés y no dejarse ganar por el patrón que hace que elijamos lo que nos lleva a la infelicidad.
Porque otra vez no vas a permitirte vivir lo mismo: ese llamado que no llega, ese encuentro que se suspende, esas palabras que no se dicen, esos abrazos robados y esas conversaciones con esfuerzo.
Empezas a funcionar con un filtro, te volves intolerante a lo que te hace mal, ya no rogas cariño por ahí y aceptas simplemente
que -él no te quiere.-
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